La cabeza me daba
vueltas y era culpa de Evan. Bueno, no de Evan. De su estúpida y
adorable forma de ser. ¡Oh, Dios! Sonaba como una adolescente…
Peor, sonaba como Felicia.
Estaba tirada en mi
cama intentando conciliar un sueño que había perdido desde el
principio. Necesitaba tranquilizarme. Mi vida amorosa era una
estupidez comparada con los problemas políticos que teníamos en ese
momento, sin embargo sentía unas ganas horrorosas de haber
aprovechado el momento para besarle. Unos minutos después alguien
llamó a la puerta de mi habitación. Me levanté y la abrí para
encontrarme a Felicia que saltó hacía mi y me dio el abrazo más
grande que me habían dado nunca.
-¡Feli! ¿Qué pasa?
-dije cuando conseguí soltarme.
-¿Que qué pasa? Que
mi mejor amiga ha tenido una cita con un chico monísimo y yo
necesito saber todos y cada uno de los detalles -contestó ella con
una sonrisa. Me aparté de la puerta para dejarla pasar y vi que
detrás de Felicia estaba Eris.
-Pero, Feli, ya te lo
he contado como 3 veces -dije poniendo los ojos en blanco. Me acerqué
a Eris y le di un abrazo rápido. Me sentía fatal por haber pensado
un montón de maldades para una chica tan dulce como Eris.
-Oh, pero a la señorita
Karian no. He traído comida basura y una película terriblemente
preciosa. Seamos un tópico adolescente por una noche. Porfaaaa -dijo
Felicia poniendo ojos de bebé y haciendo ese puchero con el que
conseguía cualquier cosa.
-Está bien, pero como
me obligues a que nos hagamos la manicura te mato -dije sonriendo.
Eris pasó a la
habitación. Ella me dirigió una gran sonrisa, madre mía, sonreía
igual que Evan.
Rápidamente Feli se
apropió de mi cama y se tumbó en ella. Automáticamente Eris se
sentó a su lado y yo me tumbé apartando a Feli de un empujón.
-¡Heey! ¿Sabes que
ocupas un espacio que me pertenece? -dijo Feli mirándome con
desaprobación.
-¿Pertenece? La cama
es mía. Saca las chuches y aliméntame -dije recostandome en la
cama. Eris soltó una carcajada y Feli me tiró una bolsa de nubes a
la cara.
-Aliméntate tu, que
para eso tienes manos -me contestó con sarcasmo. Nos reímos un rato
hasta que me caí de la cama y solo se rieron Eris y Feli.
-¡Oh, conque esas
tenemos! -me levanté rápidamente y salté sobre la cama
haciéndole cosquillas a Feli. Esta se agarró a Eris mientras se
retorcía de risa, Eris se reía casi más fuerte que Feli. Cuando
conseguimos tranquilizarnos nos acomodamos en la cama y empezamos a
comer nubes.
-A ver, empieza.
-Pues… No sé, él
fue muy dulce, como si… como si le importara de verdad -contesté
cubriéndome la cara. No podía hacer esto con su hermana delante.
-A Evan le importas de
verdad. Está claro que le gustas un montón. Siempre anda pensando
qué es lo que te pasará o qué puede hacer él para que te
encuentres bien -me dijo Eris apartándome las manos de la cara.
-Oh, eso es taaaaan
dulce. Gabrielle está completamente pillada de Evan desde que lo
conoció -dijo Felicia poniendo los ojos en blanco-. Le tiré una
almohada a la cabeza y conseguí que se callara de una vez.
-Hey, no al maltrato.
Nos pasamos toda la
tarde haciendo como que ninguna crisis asolaba nuestros países. Eris
era, sin lugar a dudas, la persona más graciosa y dulce del mundo
(después de Feli, obviamente).
-Y entonces, Evan, el
niño de cuatro años más raro del mundo, decidió que lo mejor que
podía hacer era saltar por el último piso de la casa de mi tía
abuela Katrina, con la suerte de que mi padre, alias el colchoneta,
estaba justo debajo y mi querido y estúpido hermano lo único que se
hizo fue un pequeño rasguño en el codo -Eris terminó de contar la
quinta historia sobre Evan de la tarde. Esta había estado bien, pero
no tanto como la tercera, en la que Evan, a sus tiernos nueve años
decidió amaestrar él solo al dragón del Draacar superior.
Felicia había empezado
a llorar de risa en la primera historia, al igual que Eris, pero yo
había conseguido aguantar hasta la tercera y me sentía
increíblemente orgullosa de mí misma.
-Mi padre, por el
contrario, tuvo que ir con muletas dos meses. Nunca podréis
imaginaros lo gracioso que es vera un hombre de casi dos metros de
altura y cien kilos de puro músculo con unas diminutas muletas
-continuó ella.
Me reí con fuerza,
habría pagado por ver eso. De repente Felicia se puso seria y nos
mandó callar. Se oían unos pasos fuera de mi habitación y un grupo
de voces masculinas se reían a carcajadas
-Ese es Derek, uno de
los guardias de Palacio, el otro es Gary, uno de los chicos de último
año y el tercero es Lewis, salí con él dos meses cuando tenía 14
años, ahora está más bueno -dijo Felicia sin despegar los ojos de
la puerta.
Eris me miró con el
desconcierto pintado en su cara. Yo debía de tener una cara
parecida. ¿Cómo podía saber todo eso solo por sus risas?
-Mmm, ¿tienen permiso
para estar en esta zona del Palacio? -pregunté poco convencida. A
Felicia se le iluminó la cara y se dirigió hasta la puerta y la
abrió de sopetón.
-Los tres sabéis muy
bien qué no podéis acercaros a la habitación de la Gobernadora.
¿Cuál es vuestra excusa? -les reclamó Felicia. Los chicos casi ni
se inmutaron, soltaron una leve carcajada y Felicia se rió con
ellos. Me levanté de la cama y me miré al espejo. Estaba
presentable y parecía que no íbamos a seguir mucho tiempo más en
la habitación.
-Hola chicos, ¿qué
tal? -les pregunté con una sonrisa. Ellos me la devolvieron sin
reparos.
-¡Elle! Llevaba
milenios sin verte. Me alegra saber que no te has muerto de ansiedad
-me dijo Lewis con una risilla. Estaba ebrio y por la forma en la que
Derek miraba descaradamente a Felicia, podría jurar que él también
lo estaba.
-He estado a punto,
pero no. Ahora en serio, chicos, no podéis estar aquí -les dije con
una sonrisa.
-Perfecto, venid con
nosotros entonces. Vamos a ir al club del lago, sería una pena que
no vinierais -me contestó Gary con un tono de voz meloso.
-¡Sí! Hace meses que
no voy al lago, sería fantástico -contestó Felicia por mí-. Di
que si, porfi, Elle.
-Claro, pero vendrá
también Eris -dije volviendo a entrar en la habitación. Eris seguía
sentada sobre la cama-. Supongo que ya lo has oído, ¿Te apetece?
-Mmm... claro -ella se
levantó de la cama rápidamente y me acompañó hasta la puerta.
-Gary, Derek, Lewis,
ella es Eris, la hermana menor de Evan Karian -ellos le sonrieron y
ella les devolvió la sonrisa con rapidez.
-¡Perfecto! Vamos al
lago.
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Había perdido a Eris.
Había perdido a la hermana de 16 años del chico que me gustaba, y
lo peor era que eso había pasado hacía 2 horas y todavía no la
había encontrado. A decir verdad tampoco la había buscado más de 5
minutos. Eran las dos de la mañana y Felicia casi ni se mantenía en
pie. Yo estaba tan cansada que me veía capaz de dormirme en los
brazos de Lewis (que llevaba un buen rato tonteando descaradamente
conmigo).
-Elle, no sabes lo
divertido que es hablar contigo cuando te relajas un poco -me dijo
acariciándome la mejilla al tiempo que yo le retiraba la mano.
-Querrás decir medio
ebria -le corregí poniendo los ojos en blanco-. Felicia, Eris debe
de estar aterrada, no conoce a nadie y está sola desde hace dos
horas. Tenemos que ir a buscarla.
-Oh, Elle. A mí
también me gustas más relajada, Eris está bien. Todo el mundo sabe
que es la hermana de Evan. Y todo el mundo os vio el otro día
juntos, nadie se va a meter con ella -me contestó Feli con una
risita.
-Gabrielle ven conmigo,
vamos a buscarla tu y yo -me susurró Lewis al oído.
Me alejé de él, tener
que aguantar a un chico no entraba en mis planes de la noche.
-No, muchas gracias. Lo
único que quiero saber es dónde demonios se ha metido Eris, como le
haya pasado algo soy capaz de morirme -dije soltando un resoplido.
Felicia le sonreía con coquetería a Gary, que parecía
especialmente contento con la atención que esta le brindaba.
-Sería una lástima
que te murieras, con la de cosas que podríamos hacer -me dijo Lewis
guiñándome un ojo.
Me di la vuelta
resoplando y empecé a dar vueltas por el recinto. El lago era una
zona contigua al Palacio de las Letras que estaba rodeado por
pequeños clubes que se llenaban todos los findes de semana, en el
centro del lago había una plataforma donde se hacían conciertos.
Todo estaba lleno de adolescentes que iban de un club a otro. Sin
embargo, no veía por ninguna parte a Eris. Fui dando tumbos por el
lago casi sin parar hasta que vi la melena rubia de Eris, quien
estaba riendo carcajadas cogida del brazo de Derek. Justo en el
momento en el que me dirigía hacia allí aliviada de haber
encontrado a Eris, esta empezó a besarse apasionadamente con Derek y
yo decidí que Eris se las apañaba muy bien ella solita.
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