domingo, 26 de junio de 2016

Capítulo 28: Las palomitas y el chocolate solucionan tragedias universales (Gabrielle)

La cabeza me daba vueltas y era culpa de Evan. Bueno, no de Evan. De su estúpida y adorable forma de ser. ¡Oh, Dios! Sonaba como una adolescente… Peor, sonaba como Felicia.
Estaba tirada en mi cama intentando conciliar un sueño que había perdido desde el principio. Necesitaba tranquilizarme. Mi vida amorosa era una estupidez comparada con los problemas políticos que teníamos en ese momento, sin embargo sentía unas ganas horrorosas de haber aprovechado el momento para besarle. Unos minutos después alguien llamó a la puerta de mi habitación. Me levanté y la abrí para encontrarme a Felicia que saltó hacía mi y me dio el abrazo más grande que me habían dado nunca.
-¡Feli! ¿Qué pasa? -dije cuando conseguí soltarme.
-¿Que qué pasa? Que mi mejor amiga ha tenido una cita con un chico monísimo y yo necesito saber todos y cada uno de los detalles -contestó ella con una sonrisa. Me aparté de la puerta para dejarla pasar y vi que detrás de Felicia estaba Eris.
-Pero, Feli, ya te lo he contado como 3 veces -dije poniendo los ojos en blanco. Me acerqué a Eris y le di un abrazo rápido. Me sentía fatal por haber pensado un montón de maldades para una chica tan dulce como Eris.
-Oh, pero a la señorita Karian no. He traído comida basura y una película terriblemente preciosa. Seamos un tópico adolescente por una noche. Porfaaaa -dijo Felicia poniendo ojos de bebé y haciendo ese puchero con el que conseguía cualquier cosa.
-Está bien, pero como me obligues a que nos hagamos la manicura te mato -dije sonriendo.
Eris pasó a la habitación. Ella me dirigió una gran sonrisa, madre mía, sonreía igual que Evan.
Rápidamente Feli se apropió de mi cama y se tumbó en ella. Automáticamente Eris se sentó a su lado y yo me tumbé apartando a Feli de un empujón.
-¡Heey! ¿Sabes que ocupas un espacio que me pertenece? -dijo Feli mirándome con desaprobación.
-¿Pertenece? La cama es mía. Saca las chuches y aliméntame -dije recostandome en la cama. Eris soltó una carcajada y Feli me tiró una bolsa de nubes a la cara.
-Aliméntate tu, que para eso tienes manos -me contestó con sarcasmo. Nos reímos un rato hasta que me caí de la cama y solo se rieron Eris y Feli.
-¡Oh, conque esas tenemos! -me levanté rápidamente y salté sobre  la cama haciéndole cosquillas a Feli. Esta se agarró a Eris mientras se retorcía de risa, Eris se reía casi más fuerte que Feli. Cuando conseguimos tranquilizarnos nos acomodamos en la cama y empezamos a comer nubes.
-A ver, empieza.
-Pues… No sé, él fue muy dulce, como si… como si le importara de verdad -contesté cubriéndome la cara. No podía hacer esto con su hermana delante.
-A Evan le importas de verdad. Está claro que le gustas un montón. Siempre anda pensando qué es lo que te pasará o qué puede hacer él para que te encuentres bien -me dijo Eris apartándome las manos de la cara.
-Oh, eso es taaaaan dulce. Gabrielle está completamente pillada de Evan desde que lo conoció -dijo Felicia poniendo los ojos en blanco-. Le tiré una almohada a la cabeza y conseguí que se callara de una vez.
-Hey, no al maltrato.
Nos pasamos toda la tarde haciendo como que ninguna crisis asolaba nuestros países. Eris era, sin lugar a dudas, la persona más graciosa y dulce del mundo (después de  Feli, obviamente).
-Y entonces, Evan, el niño de cuatro años más raro del mundo, decidió que lo mejor que podía hacer era saltar por el último piso de la casa de mi tía abuela Katrina, con la suerte de que mi padre, alias el colchoneta, estaba justo debajo y mi querido y estúpido hermano lo único que se hizo fue un pequeño rasguño en el codo -Eris terminó de contar la quinta historia sobre Evan de la tarde. Esta había estado bien, pero no tanto como la tercera, en la que Evan, a sus tiernos nueve años decidió amaestrar él solo al dragón del Draacar superior.
Felicia había empezado a llorar de risa en la primera historia, al igual que Eris, pero yo había conseguido aguantar hasta la tercera y me sentía increíblemente orgullosa de mí misma.
-Mi padre, por el contrario, tuvo que ir con muletas dos meses. Nunca podréis imaginaros lo gracioso que es vera un hombre de casi dos metros de altura y cien kilos de puro músculo con unas diminutas muletas -continuó ella.
Me reí con fuerza, habría pagado por ver eso. De repente Felicia se puso seria y nos mandó callar. Se oían unos pasos fuera de mi habitación y un grupo de voces masculinas se reían a carcajadas
-Ese es Derek, uno de los guardias de Palacio, el otro es Gary, uno de los chicos de último año y el tercero es Lewis, salí con él dos meses cuando tenía 14 años, ahora está más bueno -dijo Felicia sin despegar los ojos de la puerta.
Eris me miró con el desconcierto pintado en su cara. Yo debía de tener una cara parecida. ¿Cómo podía saber todo eso solo por sus risas?
-Mmm, ¿tienen permiso para estar en esta zona del Palacio? -pregunté poco convencida. A Felicia se le iluminó la cara y se dirigió hasta la puerta y la abrió de sopetón.
-Los tres sabéis muy bien qué no podéis acercaros a la habitación de la Gobernadora. ¿Cuál es vuestra excusa? -les reclamó Felicia. Los chicos casi ni se inmutaron, soltaron una leve carcajada y Felicia se rió con ellos. Me levanté de la cama y me miré al espejo. Estaba presentable y parecía que no íbamos a seguir mucho tiempo más en la habitación.
-Hola chicos, ¿qué tal? -les pregunté con una sonrisa. Ellos me la devolvieron sin reparos.
-¡Elle! Llevaba milenios sin verte. Me alegra saber que no te has muerto de ansiedad -me dijo Lewis con una risilla. Estaba ebrio y por la forma en la que Derek miraba descaradamente a Felicia, podría jurar que él también lo estaba.
-He estado a punto, pero no. Ahora en serio, chicos, no podéis estar aquí -les dije con una sonrisa.
-Perfecto, venid con nosotros entonces. Vamos a ir al club del lago, sería una pena que no vinierais -me contestó Gary con un tono de voz meloso.
-¡Sí! Hace meses que no voy al lago, sería fantástico -contestó Felicia por mí-. Di que si, porfi, Elle.
-Claro, pero vendrá también Eris -dije volviendo a entrar en la habitación. Eris seguía sentada sobre la cama-. Supongo que ya lo has oído, ¿Te apetece?
-Mmm... claro -ella se levantó de la cama rápidamente y me acompañó hasta la puerta.
-Gary, Derek, Lewis, ella es Eris, la hermana menor de Evan Karian -ellos le sonrieron y ella les devolvió la sonrisa con rapidez.
-¡Perfecto! Vamos al lago.

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Había perdido a Eris. Había perdido a la hermana de 16 años del chico que me gustaba, y lo peor era que eso había pasado hacía 2 horas y todavía no la había encontrado. A decir verdad tampoco la había buscado más de 5 minutos. Eran las dos de la mañana y Felicia casi ni se mantenía en pie. Yo estaba tan cansada que me veía capaz de dormirme en los brazos de Lewis (que llevaba un buen rato tonteando descaradamente conmigo).
-Elle, no sabes lo divertido que es hablar contigo cuando te relajas un poco -me dijo acariciándome la mejilla al tiempo que yo le retiraba la mano.
-Querrás decir medio ebria -le corregí poniendo los ojos en blanco-. Felicia, Eris debe de estar aterrada, no conoce a nadie y está sola desde hace dos horas. Tenemos que ir a buscarla.
-Oh, Elle. A mí también me gustas más relajada, Eris está bien. Todo el mundo sabe que es la hermana de Evan. Y todo el mundo os vio el otro día juntos, nadie se va a meter con ella -me contestó Feli con una risita.
-Gabrielle ven conmigo, vamos a buscarla tu y yo -me susurró Lewis al oído.
Me alejé de él, tener que aguantar a un chico no entraba en mis planes de la noche.
-No, muchas gracias. Lo único que quiero saber es dónde demonios se ha metido Eris, como le haya pasado algo soy capaz de morirme -dije soltando un resoplido. Felicia le sonreía con coquetería a Gary, que parecía especialmente contento con la atención que esta le brindaba.
-Sería una lástima que te murieras, con la de cosas que podríamos hacer -me dijo Lewis guiñándome un ojo.
Me di la vuelta resoplando y empecé a dar vueltas por el recinto. El lago era una zona contigua al Palacio de las Letras que estaba rodeado por pequeños clubes que se llenaban todos los findes de semana, en el centro del lago había una plataforma donde se hacían conciertos. Todo estaba lleno de adolescentes que iban de un club a otro. Sin embargo, no veía por ninguna parte a Eris. Fui dando tumbos por el lago casi sin parar hasta que vi la melena rubia de Eris, quien estaba riendo carcajadas cogida del brazo de Derek. Justo en el momento en el que me dirigía hacia allí aliviada de haber encontrado a Eris, esta empezó a besarse apasionadamente con Derek y yo decidí que Eris se las apañaba muy bien ella solita.


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