No hay nada
más frustrante en el mundo que estar sentada al lado de un montón de gente que
no para de discutir entre sí. Los draacars parecían a punto de lanzarse al
cuello de mis consejeros y mis consejeros parecían estar pensando el tipo de
muerte más dolorosa que podrían darles.
-¡No
permitiré que mi pueblo sufra por la necedad de un grupo de sabiondos creídos!
-gritó el Draacar Superior.
-Nosotros no
permitiremos que el País del Papel arda en llamas por la estupidez de unos
bárbaros! ¡Bruto desconsiderado! -gritó Adelaida con todas sus fuerzas.
Aunque la
situación no podía ser más horrible, el hecho de que Adelaida le plantara cara
a un hombre dos veces más grande que ella era inmensamente cómico. Sin embargo,
supuse que reírme en un momento como ese podría resultar fuera de lugar.
-Oh, callaos
de una vez. En vez de discutir como niños de seis años podríamos… -empecé a
hablar.
-Nos compara
con niños una niña de 18 años, qué bajo hemos caído... -me interrumpió él padre
de Evan con una mirada de desprecio.
-La niña de
18 años tiene un país que dirigir y no necesita comentarios hirientes -le miré
con las cejas alzadas y él me soltó un gruñido animal. Adiós a llevarse bien
con él padre de tu… ¿Qué era Evan para mí?-. A lo que iba, ya sabemos quién es
nuestro enemigo. Lo cual ya es algo. Sabemos lo que quieren: provocar el caos
en nuestros países para llegar a una guerra.
-¿Segura? En
el fondo… Parece que tienen razón. En fin, hemos roto el Acuerdo Puro… -comenzó
él Draacar Superior. Las puertas se abrieron en ese momento y por ellas entró
Evan.
-¿Qué haces
tú aquí? -pregunté sonando algo más brusca de lo que pretendía.
-Mmm, soy un
draacar. Técnicamente -me dijo Evan mirándome con diversión.
-¿Veis? A
esto me refería. Una niña de 18 años que dirige el País del Papel y un draacar
extremadamente joven enamorados, por favor, si esto no es romper los Acuerdos
no sé lo que es -el Draacar me miró reprobatoriamente.
-¿Es esto una
broma? ¿Está tomándome por una estúpida? Que yo recuerde fuisteis vosotros los
que mandasteis al señor Karian al País del Papel. Además, han pasado 100 años.
Las cosas ya estaban tranquilas, es hora de volver a comunicarnos entre
nosotros. Si tanto le molesta mi, mmm… -miré a Evan en busca de ayuda. Él me
miraba con la diversión plasmada en el rostro-. Mi relación con Evan Karian
podría haberlo hecho antes, usted no es nadie para opinar sobre eso.
-¿No soy
nadie? Tenéis el juicio nublado. Es normal que nos ataquen, relaciones amorosas
entre un draacar y la gobernadora del País del Papel… Sería suficiente como
para… Mataros -el Draacar Superior se dirigió a mí con fuego en la mirada.
-¡¿Qué?!
¡¿Matarnos?! -Evan soltó un gritito para nada masculino y miró a sus padres con
desesperación-. ¿No vais a decir nada?
Su padre giró
la cabeza como si no lo hubiera oído y su madre se levantó de la mesa y miró al
Draacar Superior con la amenaza escrita en la cara.
-Si le hace
algo a mi niño y a… Mmm… Su novia, juro que le mataré. ¿Qué clase de líder
amenaza a sus seguidores y a sus aliados? -la madre de Evan volvió a sentarse.
Me miró un segundo y me dirigió una sonrisa triste. La madre de Evan era mi
nueva persona favorita del mundo.
-Eso,
deberíamos estar buscando soluciones, no peleando entre nosotros. Tenemos un
enemigo común que ha destrozado este palacio y ha acabado con la vida de un
montón de cristalinos inocentes. No podemos esperar a que realicen el siguiente
movimiento, hay que estar preparados. El único problema es que son una panda de
cobardes que no da la cara y prefiere no decir quiénes son en realidad. Debemos
averiguar cómo contactar con ellos y hacerles saber que no tienen ninguna
oportunidad contra nosotros. ¿Entendido? -dije mirando directamente al Draacar
Superior.
-¿Cómo
podríamos comunicarnos con ellos? -dijo Trent. Era la primera vez que hablaba
en la reunión y se le notaba bastante más decaído que antes.
-Bastaría con
hacer una rueda de prensa. Vamos allí, les demostramos que estamos más unidos
que nunca y convencemos a todas las personas que podamos. Ellos son el enemigo
y solo nos causarán más problemas -contesté yo.
-Bien, en ese
caso… Una declaración de guerra. Se hará… Mañana. Alrededor de las 5, se
avisará a todo el mundo y de una forma u otra los Subterráneos tendrán que
enterarse -dijo Adelaida. Se levantó de la mesa y se fue por la puerta.
Alcé las
cejas sorprendida y me levanté junto a Trent.
-Bien, Resnt,
haz tú la convocatoria. El resto… Mmm, deberíamos pensar una estrategia para la
rueda de prensa. Tenemos que ser directos y claros. Y parecer extremadamente
unidos. Mmm… Que cada pueblo elija un representante. Ellos darán el discurso y
dirán que… Estamos en guerra -dije empezando a recoger mi mochila del suelo.
Todos los
asistentes a la reunión se fueron yendo poco a poco. Mi mirada se posó en Evan,
(que parecía terriblemente avergonzado) y luego salí corriendo de allí.
Necesitaba llamar a mis padres.
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